Estados Unidos vive una epidemia crítica más allá de la pandemia de coronavirus: la de los tiroteos. Cientos de muertos en un sinfín de baleos en los últimos meses que ha llevado el debate del uso y pertinencia de armas a su lado más extremo. Uno de los últimos y más trágicos fue la matanza en la Escuela Primera Robb de Uvalde (Texas), que dejó veintiún muertos, diecinueve de ellos niños.
Un nuevo informe ha revelado que, aquel 24 de mayo, once agentes, incluido el jefe de la Policía del distrito escolar de Uvalde, Pete Arredondo, estaban dentro de la escuela en los primeros tres minutos después de la entrada de Salvador Ramos, el hombre armado que provocó el tiroteo.
Después de que Ramos disparara a los agentes y se escondiera en las aulas conectadas 111 y 112, los agentes de Policía permanecieron estacionados en un pasillo adyacente. Arredondo, quien ha sido identificado por otros agentes como el comandante del incidente, le había dicho previamente al Texas Tribune que los agentes habían encontrado que las puertas de las aulas estaban cerradas y reforzadas con una jamba de acero, según explica CNN.
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